La chef y biólogo merideña Valentina Inglessis comparte de su recetario familiar los recuerdos y receta de las gomitas o dulces de gelatina de su abuela materna
Hace poco caí en cuenta que había escrito varios textos relacionados con mis recuerdos culinarios de la infancia y que todos tenían que ver con mi abuela paterna Hilda. En la entrega anterior me planteaba la posibilidad de reconciliarnos con nuestro pasado, con nuestros ancestros, a través de la cocina y por medio de esa herencia culinaria familiar, sanar.
Mamá Cheli, como llamábamos a mi abuela materna Graciela Azuaje, vivía con nosotros debido a una situación de salud. Nos criamos con ella. No todos los días eran fáciles pues a ella no le gustaba mucho que fueran nuestros amigos a casa. Cinco hermanos bastante sociables que llevábamos casi a diario vecinos y amigos a merendar o a estudiar y con frecuencia su reacción era pelear y regañar. Ahora con el tiempo he logrado entender que si bien al comienzo era en serio que se molestaba, luego se convirtió en una especie de juego, donde nosotros los muchachos tocábamos el timbre , nos “robábamos” algunas galletas o preparábamos cotufas para provocar su reacción y salir entonces corriendo muertos de la risa. Siento alegría al recordar sus últimos años, pues ya su humor había cambiado y se la pasaba cantando, bailando y contando cuentos.
Pues bien, Mamá Cheli, también se las traía en la cocina. Se dedicó a recopilar recetas que copiaba con sus manos en un cuaderno grande que ahora está en las mías y en el cual se evidencia el paso de los años. Hojas amarillas y manchadas son el testimonio de las recetas por ella guardadas a las que hay que perdonar la ortografía y que van desde un extraño soufflé de papa y cochino hasta recetas de un programa de televisión que presentaba Trino Mora, haciendo especial énfasis en las preparaciones dulces como suspiros, bizcochos, acemas andinas, polvorosas y las gomitas de colores, las cuales son el motivo de la receta que hoy escribo.
En cocina me gusta usar la gelatina en preparaciones dulces (detesto los aspics y similares) con frecuencia juego a gelatinizar distintos tipos de jugos y bebidas también alcohólicas como espumantes, cervezas y vinos tintos y servirlas con trozos de frutas, pieles de cítricos, hojas de hierbas o pétalos de rosa.
Revisando el recetario de la abuela me encontré con su receta de “gomitas” de inmediato me vinieron a la memoria las imágenes de ella trabajando sobre el mesón largo de la cocina de mi casa materna, cortando las gomitas de muchos colores, amarillo, rojo, verde, rosado, las cuales teñía con colorantes artificiales y saborizadas con esencias de piña, cola, frambuesa y limón.
Por supuesto, me animé a preparar su versión con extracto de cola, con la suerte que no conseguí un extracto puro, que es el que da el color más rojo, conseguí uno que dice cola miel, con el cual obtuve un color ambarino bastante agradable y que me recordó al de unas gomitas que eran de mis chucherías favoritas en la infancia, unas gomitas rectangulares llamadas “californias».
También preparé una versión diferente, cambiando las proporciones de agua y sustituyendo por jugo de tamarindo y una infusión de anís estrellado, obteniendo una gomita no muy transparente pero bastante fresca y deliciosa.
Comparto con ustedes la receta de gomitas, mi humilde homenaje a esa mujer guerrera que se propuso, aún en condiciones adversas trabajar de sol a sol para dejarle de legado a su hija, mi madre, la posibilidad de estudiar medicina y ser una mujer de bien. De no haber sido por la tenacidad de la abuela, muy posiblemente quien escribe estas letras no hubiese nacido. Espero con ello además saldar en parte una cuenta pendiente: la de las malas contestas que yo le daba cuando ella me regañaba.
Receta de gomitas
Ingredientes
25 g. de gelatina sin sabor
1 ¼ taza de agua
1 taza de azúcar
1 cucharadita de esencia de cola
Azúcar para decorar: cantidad necesaria.
Preparación
Se une la gelatina con el azúcar, mezclando muy bien.
Se incorpora el agua y se lleva a fuego bajo en una olla pequeña.
Se calienta la preparación moviendo constantemente hasta ver que la gelatina se disuelve, pero sin dejar hervir.
Se tranfiere a un molde rectangular o cuadrado de manera que la preparación tenga aproximadamente 2 centímtros de alto. Se deja enfriar y luego se refrigera.
Al momento de comer, se corta en cuadrados o rectángulos y se pasan por el azúcar para decorar.
Se sirven inmediatamente.
Tengo muchos agradables recuerdos de Doña Graciela, en mi êpoca cuando estudiaba con tu apreciada y muy inteligente madre a quien le envìo un gran abrazo al igual q tambiên a tu padre, gran mèdico y no menos amigo,por lo que te correspondiò ser «de tal palo tal astilla».y continùa con con tu bella labor.