Una de las posesiones más preciadas de un amante del vino es su cava porque refleja su personalidad, sin embargo, se pueden cometer algunos errores u omisiones a la hora de armarla, derrochando incluso dinero de manera innecesaria. Nuestro editor Jesús Nieves Montero te da algunos tips para que tengas los vinos que necesitas, más allá de lo que consideres tus vinos de diario

No. 1 Uno o varios tintos que de verdad te gusten. No lo que te diga Robert Parker o James Suckling sino un vino cuyo sabor particularmente te seduzca. Para algunos basta con una cepa -un cabernet sauvignon, un merlot, otros necesitan un país de procedencia -un bonarda argentino, un tannat uruguayo- y otros la localidad específica por región y bodega pero piensa bien: siempre hay uno o varios tintos que realmente consienten tu paladar, te hacen salivar y de esos debes tener algunas botellas. En nuestro caso sería cabernet franc, del Loira o de Argentina, así como los malbec de Luján de Cuyo.

No. 2 Un blanco versátil. Si no tienes una afición profunda por los vinos blancos tal vez no necesites uno para cada ocasión sino una botella que sirva en ocasiones en las que la comida o la circunstancia hagan inapropiado un vino tinto. Un chardonnay din mucha mdera o un sauvignon blanc mineral, con una acidez presente pero no austeramente cítrica, pueden ser una buena opción. Y piensa también en jerez, la manzanilla por ejemplo. Nosotros generalmente pensamos en un sauvignon blanc de Casablanca, Leyda o Limarí en Chile.

No. 3 Burbujas. Claro, si el presupuesto no es problema siempre es bueno tener un champagne o incluso dos: uno vintage que puedas tener en esa fascinante espera que es la guarda del vino y otro un brut non vintage que puedas descorchar cuando lo desees sin remordimientos. Pero hay que recordar que en la denominación de origen Cava se producen espumosos excelenes a una fracción del precio del champagne y que en el caso del prosecco, aparte de los productos más masivos, está el prosecco Superiore di Cartizze e Il Rive.. También en América, particularmente en California, Chile y Brasil, hay espumosos de alta calidad que pueden cubrir esta posición. Siempre tenemos al menos una botella del sparkling de Bodega del Fin del Mundo.

No. 4 Un vino que signifique algo para ti. De nuevo, no estamos hablando de las reseñas que lees ni los comentarios de amigos sino una botella con la que engas una conexión emotiva. Puede ser que la tomaste por primera vez en una ocasión especial o con alguien especial o simplemente desde que sentiste su aroma te cautivó, así que no te prives de tener la posibilidad de revivir ese placer, ten a mano una de estas botellas. Erasmo de La Reserva de Caliboro 2006, 2007 y 2009 son vinos que disfrutamos profundamente desde la primera vez que descorchamos alguna botella.

No. 5 Un vino para postres y sobremesa. Puede ser un cosecha tardía o un vino de oporto pero ese toque dulce debe estar en tu vinera porque lo que menos quieres es que tu comida acabe abruptamente con un café y agua mineral cuando puedes seguir disfrutando de una armonía con vinos. Generalmente optamos por algún porto tawny.

No. 6 Un vino de guarda. Es de esos vinos sobre los que has leído y sabes que sólo expresarán su verdadero ser con el paso del tiempo. Seguramente te costó conseguirlo, invertiste tiempo y dinero. Pero es de esas botellas que le dan sentido a tu pasión por el vino. Tal vez es un burdeos, un barolo o un champagne muy especial, lo cierto es que es una de las decisiones más personales en este mundo. Eso sí: no caigas en el coleccionismo como un fin en sí mismo, cuando creas que es el momento, ábrela y disfrútala: ¡te lo ganaste!

No. 7 Un vino de celebración. Puede que entre en la categoría anterior pero también puede que sea tu manera de estar peparado frente a los altibajos de la vida porque lo que decía Napoleón Bonaparte sobre el champage puede aplicarse sobre cualquier gran vino: en la victoria se merece y en la derrota se necesita. Así que un vino de celebración es indispensable.