Nuestra colaboradora la chef Ana Irina Rodriguez León comparte desde Montevideo algunas de sus impresiones y vivencias de las medidas de mitigación con motivo de la pandemia del covid 19 y tres recomendaciones para que las compras de alimentos sean eficientes en medio de una coyuntura tan particular

Es innegable el grado de ansiedad que nos está generando todo este asunto de la pandemia COVID-19. Aunque nos la llevemos de maravilla con nosotros mismos y nuestro hogar sea confortable, llevamos semanas con las rutinas alteradas, lidiando con un cúmulo creciente de incertidumbres ligadas a nuestra sobrevivencia y el hecho de que muchas de las actividades que suman felicidad a nuestras vidas están limitadas hasta nuevo aviso.

Despertamos tardísimo muchas veces, porque nos acostamos igual. Hacemos dos comidas fuertes en el día, para compactar de forma razonable todo ese desbarajuste. Y así la llevamos, tratando de tomar el sol que nos permitan los espacios que habitamos, de hacer algo que cuente como actividad física, esforzándonos en cumplir con nuestros trabajos asignados de forma remota y siendo creativos para potenciar las posibilidades de disfrute que ofrece esta particular cotidianidad.

Es allí cuando la comida vuelve a hacerse tema primordial, porque en momentos así no solo tenemos la responsabilidad de mantener una dieta sana y variada en consciente beneficio de nuestro sistema inmunológico, sino también la posibilidad de recomponer nuestro apabullado estado de ánimo a través de sus sabores y aromas.

Por eso decidimos compartir cuatro recomendaciones para que disfrutes la comida y la cocina cumpla también su función sanadora en medio de esta coyuntura.

Cuestión de cuerpo y alma. Haz una lista en la que incluya cuidadosamente todo lo posible y necesario para mantener fuerte su organismo, pero también aquellos ingredientes o alimentos que nutran su alma. Esos que le permitan replicar recetas o platos que evoquen ocasiones y emociones positivas, satisfactorias o memorables en su vida.

Piensa en comfort food. Hoy más que nunca, comprobamos el efecto sanador de una ración de tequeños, tostones o tajadas, de una arepa frita con huequito, una sopa de pollo, una porción de arroz con leche o hasta un sencillo plato de atol de avena con canela y un puntico de sal.

Recuerda que el costo no es un indicador fiel. Por lo general esas comidas que reconfortan nuestras emociones incluyen ingredientes muy sencillos que en algún punto de nuestra existencia alguien ensambló como un gesto de cariño y que en ese nivel de agrado afectivo quedó plasmado en nuestro inconsciente.

Usa la comida como inspiración. Usemos todo el potencial de los alimentos que consumimos para insuflar también impulso emocional a nuestra vida en estos momentos. Piense en esa merienda, postre, o platillo que desde el primer bocado le hace sentir abrazado y satisfecho, y póngase manos a la obra, porque sentirnos todo lo bien que podamos en estos momentos también es un gesto de compromiso por nuestra salud.