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El ramen es el ramen y su circunstancia: aventura culinaria asiática en dos tiempos

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En esta nueva entrega para Memorias a la carta, Daniela Carrascal cuenta su experiencia con la preparación de ramen para divertirse y no morir en el intento

Primer tiempo: Había una vez un ramen

El mismo domingo que me dispuse a preparar mi primer ramen, El Comidista, como se le conoce a Mikel López Iturriaga, por su columna en El País, publicó un artículo donde decía, entre otras afirmaciones, que el ramen está de moda y que, además, el hashtag #ramen tiene más de 1.600.000 publicaciones en Instagram. Ese mismo día yo me convertí en parte de la estadística.

El viernes anterior, me obsequiaron el libro “101 Easy Asian Recipes”, primera publicación de Lucky Peach y, queriendo agradecer a la persona que me lo regaló, decidí adentrarme en las turbulentas aguas de esta sopa japonesa. Busqué en la página central del libro una foto ilustrada con algunos pasos para preparar el ramen.

Ya antes lo había probado. Así, que al menos estaba familiarizada con su sabor y su aspecto, fuera del papel. En el restaurante Avila Tei, en Caracas, sirven uno a imagen y semejanza de las fotos de internet, que además sabe muy bien. Aquella vez fui con el autor del regalo y esta vez me tocaba prepararlo. Me encontraba ante el juicio de un “ramenlover” y tenía miedo.

Marqué la hoja del libro como “El objetivo” y la noche del sábado empezó la odisea, a sabiendas de la precariedad de ingredientes exactos que poseía. Con el delantal en cintura y el cuchillo afilado, comencé por el cerdo. El ramen es un plato japonés, pero originalmente chino, que consta de tres partes: caldo, fideos, y toppings.

Como no iba a realizar el caldo desde cero, ni los fideos, me concentré en los aderezos. Por eso me tomé toda la noche para cocinar la carne. En el intento de sustituir el “5 especias chinas” que indicaba el libro, usé una mezcla de ají en polvo, canela, jengibre, cúrcuma y comino. Siempre traigo a colación una frase que no olvido del chef argentino Martiniano: “Cocine con lo que tenga en casa” y aunque esas parecían más bien 5 especias indias, con ellas mariné el lomo de cochino que previamente bañé en miel, salsa teriyaki y salpimenté.

Olía apetitoso. Hora y media de horno y unos minutos posteriores para reposarlo, me fui a dormir.

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Segundo tiempo: Todo es relativo

Mañana del domingo. 9 am. Café tomado.

Revisé si tenía todos los ingredientes y sólo faltaba el nori (algas). Apostando a la suerte, porque vivo en Venezuela, fui a la tienda gourmet más cercana. Conseguí, las tomé y fui de nuevo a la cocina.
Antes de poner el agua a hervir, corté todo. El cebollín en trozos diagonales, el cerdo en rodajas, el nori en tiras de centímetro y medio. Pero, empecé a sentir de nuevo la presión, que había logrado aplacar con lo automatizado del proceso. Recordé que no eran los vegetales o seguir las instrucciones del empaque de fideos, lo que me causaba ansiedad. Era el huevo.

Un buen ramen va coronado de un huevo duro, con la yema floja. De esos que hay que sancochar de forma tan precisa y metódica como si se tratara de un experimento.

Regresé al agua hirviendo, coloqué los fideos, el sazonador; todo en el orden que el paquete indicaba. Tres minutos después estaban listos. Vino el turno del enemigo, del verdadero reto. Una vez que el agua alcanzó la ebullición, introduje el huevo, cuidadosamente. Siete minutos después y una mala jugada de la razón, saqué al fulano…

Todo había quedado perfecto, el sabor dulzón del cerdo, el punto de los fideos pero, el huevo no. No estaba en su punto justo. Esos dos minutos que le faltaba me alejaron de la victoria. Le fallé al ramen. Y algunos podrían catalogarme de hereje si leen que la solución fue poner el huevo unos segundos en el microondas.

Caos resuelto. Continué con el armado, en este orden: coloqué unos trozos de cerdo en el caldo junto con juliana de algas y lo vertí en dos platos hondos. Sobre los fideos y sin dejar que se hundieran, acomodé las rodajas de carne, el cebollín, las algas, unas gotas extra de teriyaki y, en el centro del plato, el huevo que me reprochaba su falta de exactitud.

El “ramenlover” quedó satisfecho, yo, no tanto.

Me dije que esto es sólo el comienzo de la guerra por el ramen perfecto. En esta segunda batalla partiré de cero: el caldo lo haré yo.

Receta de ramen de David Chang (Director de Lucky Peach y chef de Momofuku)
Nori: Fresh Fish, Centro comercial Express, Macaracuay.
Teriyaki y Top ramen: Frescados, Los Palos Grandes.

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Un comentario el “El ramen es el ramen y su circunstancia: aventura culinaria asiática en dos tiempos

  1. yo lo hare hoy, solo me falta el sake, mirin y el alga, vivo en ciudad ojeda estado zulia, y aqui eso no aparece 😦

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