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El que escribe y habla de los vinos…


Una foto de 2012 recuperada recientemente sirve a nuestro editor Jesús Nieves Montero para reflexionar sobre la forma como un período de casi 10 años cambia la apreciación del vino

El que escribe y habla de los vinos no es el mismo. Esa es la única certeza que tuve al ver la foto. Sé que la bodega es Piccini, recuerdo su Chianti y su versión de un supertoscano pero, sobre todo, sé que no soy el mismo.

Recuerdo a Uslar Pietri y su revisión de la famosa frase Heráclito. De cualquier manera, incluso en etiquetas muy consistentes de año a año, los vinos son diferentes, yo soy diferente y el vínculo entre nosotros es diferente.

El que escribe y habla de los vinos solo trata de ejercitar su juicio. Como promueve Montaigne en «De Demócrito y Heráclito»: si conozco el vino, la región, el enólogo y otros detalles voy con su degustación hasta la médula; si apenas sé alguna referencia trato de contarlo y contármelo así, desde lejos. En cualquier caso no quiero estar ni en lo correcto ni de acuerdo con nadie más que pruebe el vino, sólo quiero valorarlo en relación con lo que considero los mejores ejemplares de su tipo que he probado.

El que escribe y habla de los vinos trata de descifrar cuándo esperar y cuándo buscar. Han pasado estos años y cada día está más clara esa división entre vinos introvertidos y vinos extrovertidos. Hace 10 años, descartaba o minimizaba los vinos introvertidos, no sabía la recompensa de esperar, de buscar dentro de la copa a ver si algo aparecía. Hoy también trato de verificar que lo extrovertido no sea solo una fachada de pocos minutos.

El que escribe y habla de los vinos ya no se sorprende por la opulencia. Esa carrera por buscar el vino más potente, el del ataque más deslumbrante ya no tiene mucho sentido. Me siguen gustando ese tipo de vinos pero han dejado de ser mi primera opción y busco es el equilibrio.

El que escribe y habla de los vinos todavía confía en su memoria. Pero siempre conserva algunas notas y las consulta o las fichas de las bodegas y es la mejor combinación para tener perspectiva.

El que escribe y habla de los vinos sigue prefiriendo beber solo. Y si lo hace en compañía busca la manera de aislarse aunque sea unos minutos pero disfruta mucho cuando logra comparar impresiones con gente que más que conocimiento sobre el vino tiene apertura para disfrutar y entender el vino sobre todo en sus matices.

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