Una pequeña historia sobre lo que significa el queso de verdad
En 2015 compré 3 unidades de unos 180 gramos cada una de quesos de los llamados Quesos de Turgua. Fue un año extraño ése en Venezuela: incluso con dinero disponible el desabastecimiento de alimentos era tremendo y había que perseguir en mercados y supermercados la proteína animal. De hecho, los quesos los compré porque no conseguí lo que originalmente buscaba y preferí no quedarme con esos bolívares y aparte darme un gusto.
Pero fue un año extraño. Pese a todo hubo mucho trabajo: muchos textos para clientes, degustaciones de entrenamiento de vinos de nuestros aliados en licorerías y restaurantes, alternando con el tema del desabastecimiento.
Los quesos los dejé en su papel de maduración en una caja de cartón con algunos orificios dentro de mi vinera.
Llegó mayo e intempestivamente decidí que iría a Sao Paulo a conocer algunos de los restaurantes que encabezaban el ranking de la revista Restaurant de los 50 mejores de latinoamérica y los quesos simplemente quedaron olvidados.
El viaje fue a principios de junio, dos semanas abstraído de los absurdos cotidianos caraqueños, regresé a celebrar mi cumpleaños.
Ese mismo día, al sacar el vino de celebración, vi en la parte de abajo de la vinera una pequeña mancha marrón. No hubo que hacer mucho rastreo para seguirla hasta la caja de los quesos. La abrí y allí estaban, apenas conservaban un contorno de forma, y con un aroma particularmente penetrante.
Al finalizar la comida, con la última copa de vino, tomé uno de los quesos para luego decidir sobre los otros dos. El olor hacía complicado acercarlo incluso a la boca, nadie quedó en la mesa porque no soportaron el aroma.
Pero simplemente fue una de esas pruebas antes del placer postergado. Con el tiempo el olor se atenuaba pero la cremosa y untuosa textura en boca y las notas de frutos secos fueron una experiencia única. De hecho guardé un par de días más los otros dos quesos, busqué un buen pan, elegí un chardonnay con madera y los disfruté sin nada más.
No sé si me atrevería a una maduración tan larga sino mediara un nuevo olvido pero ésa ocurrió y me marcó.