Si al final de la comida te quedas sin ideas acerca de qué bebida servir para el dulce momento del postre, te presentamos tres opciones que te funcionarán
No. 1 Tartaleta de frutas. Si quieres darle un toque fresco a este postre, sólo tienes que acompañarlo con un vino blanco espumoso, porque destaca el sabor de las fruta, lo cremoso del relleno y permite disfrutar más la textura de la base de la tartaleta. Si te gusta acentuar la sensación dulce puedes probar con un espumoso demi sec como en mendocino Novecento de Dante Robino pero si quieres darle matiz al dulzor prueba con un brut no tan complejo como De Berville.
No. 2 Cheesecake de fresa. La clave de este postre es su carácter cremoso por lo que va muy bien con un oporto que armoniza el sabor del queso con las notas dulces del cheesecake y los destellos de acidez de las fresas. Los portos tawny de casas tradicionales como Barros son una buena alternativa.
No. 3 Helados. En el caso de los helados cremosos, lo ideal es acompañarlos con vinos dulces de textura densa como los de cosecha tardía cuya dulzura viene acompañada de una base de acidez que limpia el paladar de la sensación cremosa. Si el helado tiene un sabor intenso puedes volver a los espumosos, en este caso uno de mayor complejidad como el sparkling extra brut de Bodegas del Fin del Mundo.