Reconocido como uno de los principales personajes del mundo del vino y recientemente fallecido, Broadbent trató de condensar para Decanter en 2007 algunas claves para el mayor disfrute del vino
Vista. Hay que saber apreciar el rango de colores en los blancos que pueden ir desde la casi transparencia hasta los amarillos muy marcados, su claridad, su viscosidad, algún signo de oxidación. En el caso de los tintos hay que prestar atención al significado de la profundidad del color, el matiz o tono específico y la intensidad o debilidad del menisco o aureola.
Decantación. Siempre he abogado por decantar los vinos. En el caso de vinos jóvenes los coloco en una jarra abierta al menos una hora antes de probarlo. En el caso de los vinos maduros busco una lámpara para ver los sedimentos a medida que se acercan a la parte superior de la botella. Tal vez más importante que la decantación sean las copas, marcas como Riedel tiene una para cada tipo de vino.
Nariz. Se ha hablado mucho de la importancia de la primera nariz y eso es así hasta cierto punto pero hay que aclarar que el catador tendría que estar muy concentrado para poder captar algo en ese aroma elusivo inicial, que debería incluir: la tipicidad varietal, la limpieza y posibles defectos que incluyen el encorchado. Ya cuando se agita el vino en la copa siempre recomiendo que se inhale no profundamente sino larga y continuamente porque es entonces cuando se pueden disfrutar de los componentes del aroma, su fragancia, su profundidad, el calor del alcohol o esa penetrante impresión del roble, sobre todo el nuevo, que tiene un dejo de canela.
Boca. Es la última etapa y, simplemente, sirve como confirmación de las anteriores.