Nuestra consultora creativa Eloina Conde repasa este uso para una de las frutas más apreciadas por venezolanos de toda las edades con un postre sencillo y delicioso
La Real Academia Española nos ayuda enormemente a quienes como yo, disfrutamos de leer diccionarios; algunas veces sólo por diversión o curiosidad y otras como hoy, buscando sinónimos y palabras que nos ayuden a entender un poco más el porqué de algunas preparaciones y su conexión con nuestra historia personal.
Volver, ese empeño en darse la vuelta al punto de partida, quizás para buscar matices distintos o repetir como quien copia una escena de película, ejecutando de nuevo como si se tratara de un ritual para buscar acercarnos – como a un oasis en el desierto- a la exactitud y evocar en la memoria el momento justo en el que dejó de ser una receta cualquiera, una preparación cualquiera y se transformó en una de nuestras preferidas, de esas que no necesitamos releer para saber las medidas exactas, de las que recordamos cada ingrediente y con qué podemos sustituirlo y que sabemos de antemano cómo y hasta con quienes podemos y vamos a compartirlas.
El budín tiene una ventaja si se compara con una torta tradicional y es que la facilidad de su preparación, al menos a mí, me ayuda a ahorrar, pero no hablo de dinero sino de un recurso mucho más valioso y efímero: tiempo. Porque creemos tenerlo todo, y es sólo una fantasía. Es reducido y limitado. A mí no me alcanzan las horas y cada minuto que ahorro puede resultar en una inversión más provechosa. Si le sumamos una fruta disponible todo el año –al menos en Venezuela- , económica, deliciosa, con alto valor nutricional y con recuerdos bonitos involucrados, no hay mucho espacio para que Murphy aparezca.
Una receta casual vista en un libro, fruta disponible y cero postre en la nevera, esa fue la fórmula perfecta con la que el budín de cambur ingresó a mi vida y desde la primera vez que la preparé la hice mía, no sólo por su sabor, textura y aromas divinos sino porque en el tiempo que ahorro entre otras cosas: recuerdo, las muchas veces de lonchera de colegio con un cambur acompañando un sándwich de jamón y queso, las caminatas largas buscando desconexión o silencio, los campamentos de los scouts con sus desayunos de cereal o las conversaciones que tenía con mi abuelo en la infancia que parecían justamente detenerlo.
Receta
Ingredientes
Secos:
2 tazas Harina Integral
1 taza Avena en hojuelas
1 cda. Canela molida
1 cdta. Polvo de hornear
1 cdta. Sal
Húmedos:
2 tazas Leche
1 taza Agua
¼ Kg Panela
3 Huevos
1 cdta. Esencia de vainilla
2 Cda. Margarina repostera
4 Cambures maduros grandes
Preparación
En una taza mezclar los ingredientes secos y reservar.
Separar las claras y las yemas de los huevos.
Batir las claras a punto de nieve.
Fundir la panela y agregar la leche, incorporar la esencia de vainilla, las yemas y la margarina derretida.
En una taza colocar los cambures y hacer un puré, agregar en intervalos los sólidos y el resto de los ingredientes.
Incorporar con movimientos envolventes las claras de huevo evitando que pierdan volumen.
Agregar a mezcla a un molde pincelado con aceite.
Opcional: Decorar con rodajas de cambur.
Hornear 20-30min a 180°C
Tips
Resérvalo de 2 a 3 días en la nevera y el sabor será más intenso.
Va perfecto con cervezas negras.
Asegúrate de utilizar cambures bien maduros.