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8 breves notas sobre nacionalismo y gastronomía

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Reflexionamos sobre algunas manifestaciones preocupantes en el mundo que muestran como grupos nacionalistas han tomado la gastronomía como su nueva bandera

Por años hemos adoptado el discurso que habla de la importancia de defender las recetas propias. Las recetas de la casa, de la ciudad, de la región, del país, de reconocer su valor, de investigar sus raíces, de preservarlas y transmitirlas a las siguientes generaciones.

Es un discurso lógico. Y hay algo hasta romántico en crear en las recetas y los productos, en nuestros alimentos, un espacio de resistencia. El lugar donde las modas, donde la aplanadora de la metrópoli no nos puede alcanzar. Hay al mismo tiempo orgullo y placer en preservar este legado.

Incluso ha habido expresiones que forman parte de una elevada consciencia de la importancia de la defensa de nuestros sabores. Son los boycotts contra algunos productos, sobre todo en Europa frente a la estandarización estadounidense o la presencia de activistas convencidos en la puerta de un McDonald’s que entregan volantes y advierten sobre las implicaciones culturales y económicas de preferir a esa cadena frente a opciones locales.

Pero cuando el Comité de Acción Vinícola en el sur de Francia decide secuestrar y derramar miles de litros de vino español en nombre del vino nacional francés, ya podemos comenzar a sospechar.

Y cuando en Italia gobernantes locales con mucho orgullo anuncian el cierre de establecimientos de comida de África y el Medio Oriente para preservar la tradición gastronómica italiana, podemos preocuparnos.

Porque los nacionalistas, que siempre acechan, no pueden conformarse en el mundo de hoy con defender un mapa, un color de piel, incluso con un grupo de obras de arte, de esculturas a literatura. Los nacionalistas también ven cómo la cultura mediática de la gastronomía ha permeado y han encontrado un nuevo reducto.

Y por eso, otra vez, hay que estar vigilantes no sea que nuestra apasionada receta de nuestros sabores sean mañana la nueva bandera con la que se busquen los nuevos adeptos que siempre pierden estos grupos extremistas.

Y sobre todo en Venezuela, tan golpeados como estamos, tan urgidos como estamos que nos rezagamos en estos debates debemos considerarlo, por lo menos, por dos razones. Porque es un absurdo pensar en una gastronomía «pura» dentro de la nuestra cuya base son las mezclas; y porque es justamente la amplitud de criterio y paladar lo que permite poner en perspectiva la gastronomía propia.

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