Te contamos cómo Alfonso Limés y su equipo han convertido este local de una zona en la que brillan por su asuencia propuestas gastronómicas serias, en un oasis de sabor
No. 1 La visión de Alfonso Limés. Con una fuerte inclinación al producto y al rescate de recetas propias españolas o con influencias hispánicas, el propietario de Guardaviñas imprime en todo lo que sale de la cocina una atención especial por lo que, cuando se visita el local, uno está en manos de un restaurador responsable.
No. 2 El equipo de cocina. De la mano de Félix Marín, la cocina de Guardaviñas desde hace un par de meses ha tomado nuevos aires con una propuesta que cambia semanalmente con excepción de entradas como las lentejas o al momento del postre del dulce de paleta larense. El resto es una cocina que intenta dar protagonismo a los ingredientes y combina versiones de recetas tradicionales con creaciones propias.
No. 3 Atmósfera. Una vez que se bajan las escaleras para el comedor, los botelleros de vinos en las paredes y los quesos y jamones en exhibición recuerdan el ambiente de una tradicional tasca de La Candelaria pero sin el aroma agobiante del aceite de oliva y el ajo. Sencillo, tranquilo y correcto, es un pequeño oasis en una zona en la que las propuestas gastronómicas no sólo escasean sino que son prácticamente inexistentes.
No.4 Bocadillos. Grandes protagonistas del fin de semana, los sándwiches en Guardaviñas son en sí mismos un eje del menú. El de paleta de cerdo de larga y paciente cocción, el de calamares, el de tortilla, por sólo nombrar algunos, son verdaderos clásicos por los que la gente es capaz de volver una y otra vez y compartir con familia y amigos.
Dirección: Prados del Este en la Calle Girasol, Edificio A.E. Limes, planta baja.