Sebastián Tramón, gerente de sustentabilidad de Viña Emilia, repasa en su columna de Diario Financiero lo que significa añadir la dimensión regenerativa a los esfuerzos orgánicos
Se trata de un proceso. Para ser regenerativo, el camino inevitablemente pasa por ser orgánicos. Desde mediados del año pasado, la agricultura orgánica se ha ido posicionando mediante regulaciones en cada país y educando a agricultores y consumidores sobre sus beneficios. Para producir orgánicamente hay exigencias mínimas que deben ser cumplidas y restricciones de prácticas e insumos. Hay leyes, certificaciones, auditorías y sellos que han permitido construir credibilidad sobre la agricultura orgánica, incluyendo su trabajo en la regeneración de los suelos.
Es abarcadora. El objetivo de estas certificaciones es proteger a las personas y al medio ambiente, incluido el suelo que incluye condiciones de bienestar animal y de comercio justo porque no se puede regenerar una parte mientras se destruye el resto.
Reivindica la importancia de los suelos. Sin suelos no hay agricultura y el sector agrícola está hablando de regenerar los suelos como una alternativa al cambo climático. El problema radica en que la definición de agricultura regenerativa es poco específica, ambigua y utilizada a conveniencia, asociada a prácticas puntuales y no a una mirada integral de la agricultura. Por eso, parte esencial de la agricultura regenerativa es producir bajo estándares orgánicos.