En vísperas de la elección en la que se ponía en juego la presidencia de la Comunidad de Madrid, un funcionario gubernamental (pero que en la ciudad es oposición) llamó a manera de insulto «tabernarios» a los votantes de la presidenta en funciones y relacionó su voto con las protestas por las restricciones de tabernas y otros negocios nocturnos durante la pandemia del coronavirus. acá algunos apuntes personales
Lo que pasó. En este link se puede leer cómo el señor José Félix Tezanos del Centro de Investigaciones Sociológicas pretende insultar a los votantes de Isabel Díaz Ayuso llamándolos «tabernarios» y hablando de las dinámicas de la «tabernidad».
Prejuicio al por mayor. Es curioso que moralistas exaltados y políticos a punto de ser derrotados coincidan tan fácilmente en su prejuicio por los locales nocturnos como si fuera un lado oscuro del ocio y «nada bueno» se pudiera sacar de allí. Como todo prejuicio parte de la ignorancia pero es perfecto para explicar algo que la gente necesita entender.
Con o sin pandemia. El reclamo de los dueños y clientes de «tabernas» por las restricciones de la lucha contra el covid 19 pueden parecer fuera de contexto o simple presión egoísta de personas que no piensan en los demás. Pero, ¿en verdad la gente cree que lo que pasa en una taberna solo impacta a clientes y propietarios?
Un amplio ecosistema. Para hacer una tapa con champiñones al ajillo se necesitaría como mínimo los champiñones, el ajo, alguna hierva, el aceite y pan. Es decir, productores agrícolas que seguramente están fuera de la ciudad, un servicio de comercialización para que llegue a la taberna, un panadero y la persona que prepara la tapa. Un plato sencillo es capaz de mover el bolsillo de unos cuantos actores para que pueda servirse y cuando se pide una cerveza igualmente y están los impuestos, todo en un consumo mínimo. Puede que un reclamo destemplado para abrir todos los establecimientos aunque haya riesgo de muerte sea exagerado pero ya en etapa de vacunación y con muchos protocolos probados: ¿se entiende el impacto económico negativo que genera el cierre?
Un cuento sin fin. Es el problema de siempre con la gastronomía, demasiada gente piensa que es un entretenimiento sofisticado de una elite que sólo se mueve por hedonismo. Habría que tener micros de educación por radio y televisión para explicarle a gente como el señor Tezanos que los restaurantes por siglos han sido lugar para preservar recetas que son el patrimonio gastronómico de un país, que como centro de intercambio social han sido contexto de movimientos culturales de distinto tipo, que asociar gastronomía y lujo es no entender ni la gastronomía ni la sociedad contemporánea.
Resultado simbólico. Por eso esperamos, sin entrar en el fondo político e ideológico, que la victoria de Isabel Díaz Ayuso sea, sí, un triunfo de los tabernarios y una derrota monumental para quienes absurdamente critican los establecimientos gastronómicos y su derecho a estar abiertos. Tal vez es hora que entre tantas franquicias políticas que se replican en el mundo el partido de los tabernarios comience a tener sus sedes locales.