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5 recuerdos nostálgicos de nuestra Caracas gastronómica personal


Estas son 5 experiencias gastronómicas que, por diversas razones, es difícil que se repitan exactamente igual y que recordamos y valoramos mientras creamos nuevas memorias

El strudel de cazón sobre espejo de ají dulce. Perdí la cuenta de cuántas veces pedí esta creación en Amapola Restaurant en Los Palos Grandes y cada vez con vinos diferentes para probar armonías. Seguramente el plato podrá ser servido de nuevo pero esas tardes después de que el restaurante se vaciaba después de que salían los comensales del almuerzo y yo comía tarde para ir a dar una clase a las 5 pm no van a volver.

Desayunos los domingos en Aida. Sobre todo con Manuel que tantas veces se sentó en las barras que están en la fachada de la panadería. Desde que ya no abren los domingos preferimos desayunar en la Plaza de Los Palos Grandes. Y no es lo mismo sin los pastelitos de carne.

Langostinos en gabardina y empanaditas de acelga en el Racó. El último restaurante de Ángel Lozano al que fui (luego he seguido por redes sus otros establecimientos). Eran nuestra entrada antes de algún arroz a la marinera o paella pero realmente íbamos con frecuencia.

Los brownies originales de la St. Honoré. Me volví adicto a ellos gracias a mi amiga Simi Albo en los años de la universidad. La cantidad e intensidad del chocolate y las nueces era bastante impresionante. Ni siquiera la propia St. Honoré los ha vuelto a repetir tal cual eran.

Los mediodías aleatorios de parrilla en el Hato Grill. Simplemente a mi madre y a mí había mediodías que nos provocaba. Una parrilla para dos, de los lugares donde todavía servían chincurria, casi siempre sentados junto a fotos de ex presidentes, en particular Rómulo Betancourt y Carlos Andrés Pérez.

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