Leidimar Martínez recorre parte de la historia de esta celebración, su significado y diez componentes para que hagas más auténtica tu celebración
El Halloween es una derivación de la antigua festividad céltica llamada “Samhain”, palabra gaélica que significa “fin del verano”. Consistía en un ritual de tres días que se realizaba al final de octubre, momento de la tercera cosecha y fin de año para los pueblos celtas. Esta celebración de carácter religioso implicaba: durante el día agradecimiento a los bosques y recolección de provisiones para afrontar el invierno y, durante la noche, el aprovechamiento mágico de la ruptura temporal de una barrera que separaba el mundo de los vivos del de los muertos. La parte final del rito era llevada a cabo por los hechiceros y es por eso que también se le conoce a la noche del 31 de octubre como noche de brujas.
Sin desprenderse tajantemente de la noción del Halloween lleno de dulce o truco, disfraces y licores; en diferentes partes del mundo se intenta revivir en esa fecha la esencia original de la noche de Samhain: una cena que permite el contacto con la sabiduría de otros planos, los ancestros y seres queridos que han muerto, seguido de un brindis que llama a la reflexión sobre nuestra condición humana; recordar que el paso por este plano es temporal.
Todo el rito ligado a la mesa de Halloween está lleno de la simbología espiritual de los celtas: lo que proviene de la tierra y los bosques está dotado de energía vital y tiene, obligatoriamente, un significado.
Estos son los elementos que suelen servirse en la cena de noche de brujas actual y su porqué:
No. 1 Papas. Las papas y las verduras en general representan los cimientos, lo que sustenta y mantiene de pie al hombre en sus luchas cotidianas. Se presentan como puré o asadas enteras y son un ritual que conjura la fortaleza de la raíz como garantía de no quebrarse jamás ante la adversidad.
No. 2 Manzanas. Representan el placer y la sabiduría. La costumbre es servir manzanas rojas acarameladas como símbolo de apertura al atrevimiento y la novedad; son el permiso que conceden los dioses a los hombres de bien para darse eventuales gustos y recibir más conocimiento del que necesitan para sobrevivir.
No. 3 Calabazas (auyamas). En Samhain antiguo lo común era vaciar nabos, actualmente se sirven calabazas y simbolizan la salud. Se tallan como decoración y la pulpa termina confitada o hecha pastel. Su color y su aroma, especiado con canela, son culto y agradecimiento a la vida; deja claro a los difuntos que si bien los honramos, estamos a gusto en el mundo de los vivos.
No. 4 Maíz. Con sus muchas formas de preparación y consumo, representa la capacidad de transformación de los sentimientos puros, al punto de poder soportar y trascender los cambios más severos. Suele ofrecerse en forma de tortas y acompañarse con miel; como una invitación a transmutar el dolor por la dulzura.
No. 5 Nueces. El nogal es uno de los 21 árboles sagrados de los celtas y la nuez es vista como un símbolo de intuición; “la necesidad de romper la cáscara para dar con el fruto”. Mirar tras los velos. En noche de brujas se consume para estimular la percepción y así descifrar los códigos que traen las voces de otros mundos.
No. 6 Uvas. Un fruto que no crece al azar y necesita la dedicación del hombre. Representan el trabajo duro que supone estar vivo, la labor atenta y creativa. En la noche de Halloween, las uvas están en la mesa rindiendo honor a eso que los wiccas llaman “árboles de vida”; la obra que nuestros difuntos dejaron en este plano para guiarnos.
No. 7 Pan dulce. Se sirve esa noche un pan pequeño, suave, dorado y espolvoreado con azúcar como símbolo de las lecciones de los dioses; quienes según los celtas: “nos dieron trigo y centeno para que su sabiduría pueda asentar en nosotros a través de las comidas”, el ritual supone que recibirlo nutre el cuerpo del hombre y su alma permitiéndole comprender los grandes misterios de la vida y de la muerte.
No. 8 Menta. Su uso como aromatizante y en infusiones es habitual en los rituales paganos, su presencia en la mesa de Halloween se debe a que la naturaleza guerrera de la menta, una planta que resiste casi cualquier daño, representa las virtudes verdaderas; las que perduran incluso después de la existencia física.
No. 9 Vino. Se cree que el vino se usaba en los funerales celtas como bebida para atenuar el dolor de la pérdida y como libación; representa el renacimiento y la alegría. Se sirve en noche de brujas con la intención de que los recuerdos de nuestros afectos perdidos se mantengan en buen tono y resulten más reconfortantes que melancólicos.
No. 10 Avena. Representa la capacidad para nutrirnos de la herencia y la tradición; un proverbio celta canta en una nana infantil: «las palabras de los abuelos, serán multiplicadas en la tierra como hojuelas». Las galletas y las bebidas de avena que se preparan en Halloween están especialmente destinadas a los pequeños de la familia. Ofrecerlas representa el compromiso de los adultos por transmitir a los niños esos valores que han consolidado el clan familiar.