Si te gustan las preparaciones al horno revisa estas siete claves para que puedas utilizarlo a la perfección
No. 1 Conoce cómo funciona el horno. Una vez metidos en el horno, a los alimentos se les va formando una corteza superficial dura y dorada que impide la pérdida de humedad del interior. Según el tiempo y la temperatura, la corteza se forma antes o después. Así, si queremos un producto duro, como galletas, o tenemos unas piezas de cierto volumen, como un solomillo de 400 ó 500 gr., se debe evaporar más agua del interior y por ello la cocción recomendada es una temperatura menor durante más tiempo. En cambio, si queremos obtener un alimento más jugoso, (por ejemplo, un bizcocho), la temperatura de cocción debe de ser mayor y el tiempo menor.
No. 2 Utiliza termómetro de cocina. Hay que tener en cuenta que la temperatura interior no siempre se corresponde exactamente con la marcada. Por eso, los termómetros de horno que indican el calor interno son muy útiles.
No. 3 Revisa la fuente de calor. Conviene que el horno emita calor desde varios focos. De ese modo los alimentos se cuecen por igual en todas sus partes. Pero si esto no es posible, es importante ir moviéndolos de vez en cuando.
No. 4 ¡No lo abras! Se recomienda no abrir el horno durante la cocción para que no haya variaciones bruscas en la temperatura de cocción.
No. 5 Al hornear carnes. Cuando se asen piezas grandes, hay que efectuar cortes transversales para facilitar la penetración del calor al interior. Si las piezas son troceadas, conviene mantener la piel para evitar la desecación.
No. 6 Al hornear pescados. Sean piezas grandes o pequeñas deben ser tratados con calor moderado, ya que se rompen fácilmente las fibras musculares.
No. 7 Al hornear aves. Hay que bridarlas bien con bramante (cordel) para que tengan una forma bonita. Sabremos que la carne está en su punto pinchando la articulación de la pata; tiene que salir un jugo transparente, no rosado. (vía Hola)