Con más de tres décadas de experiencia, Ibarra es una de las cocineras más reconocidas de la historia del país y con este premio se rinde un merecido homenaje a su trabajo en el restaurante Palms.

No. 1 Tequeños. “Puede que suene exagerado porque es mío pero uno de los grandes avances de la cocina venezolana es que pude desnudar el tequeño de ese pesado vestido de masa y cubrirlo con lo etéreo del tempura”

No. 2 Interés masivo en la cocina. “El boom de los chefs es un hecho sociológico, uno de los más interesantes en los últimos tiempos. Los jóvenes quieren obtener placer y dar placer, y la cocina, pese a ser un oficio difícil, es algo que les permite comunicarse en un mundo en el que esa conexión es indispensable”.

No. 3 Responsabilidad del cocinero. «El nivel de confianza de un comensal que se pone en tus manos es muy alto, equivalente al que le damos a una pareja, a los familiares y amigos más cercanos, por eso cocinar para otro es un acto de audacia porque uno de los espacios más íntimos del ser humano es el de los sabores. El poder penetrar en una persona con una propuesta culinaria y despertar la atención de todos sus sentidos es un acto de magia y todos los medios son válidos siempre que haya esa conciencia, ese respeto”.

No. 4 Cocina venezolana. “Siempre ha existido un malentendido con la alta gastronomía en Venezuela ¿Que tenemos buenos cocineros? Por supuesto, pero hasta que no reconozcamos que no existen calidades como la del producto que te da tu tierra, que tiene la frescura y el sabor de tu país no vamos a avanzar en ese concepto. Hablan de nuestra tradición y allí comienza lo complejo. ¿Es nuestra herencia española? ¿O nuestra herencia con Guzmán Blanco incorporado que es afrancesada? ¿O es acaso la indígena? Hasta que no veamos bien de dónde venimos va a ser difícil avanzar”.

No. 5 Cocina molecular. “Cada vez que veo a estos cocineros con sus artefactos, con sus máquinas, siento que es un principio de ruptura, es un discurso muy estéril, muy técnico. Yo termino de comer esos platos y me pregunto: ¿quién me habla a mí, como ser humano? Creo que el plato tiene que estar equilibrado y en un equilibrio de proporciones, de sabores y de técnicas, en todos los restaurantes me quedo viendo las reacciones de la gente, cómo interactúan, si la comida está buena el tono de voz sube, la gente se ríe como loca, se relajan, y eso sólo pasa cuando el menú habla, cuando transmite algo, yo no sé si es el caso de todo el mundo, es mi caso, quiero que la gente entre en el juego conmigo, que mire los hilos de yuca o los brotes y me sienta”. (original de Jesús Nieves Montero para la revista Cocina y vino, fotografía Onda La Superestación)