Si incluyes en tu relax la idea de incluir un masaje casual, toma en cuenta estas recomendaciones que te alertan sobre los riesgos que podría tener para tu salud

No. 1 La superficie no es la idónea. Echarse sobre una toalla, sobre la superficie ondulada de e irregular de la arena no es lo adecuado. El masaje más típico, el de espalda, siempre debe realizarse tumbado sobre una camilla o sentado en una silla ergonómica (en el caso de las mujeres embarazadas). El paciente se coloca boca abajo, con la cara reclinada sobre un orificio, y provisto de elementos correctivos, como un cojín en el abdomen o un rulo para elevar las piernas y colocarlo en una postura con la que se sienta cómodo, informa Rojas.

No. 2 La ausencia de medidas higiénicas. El lavado de manos es fundamental para evitar la transmisión de infecciones. Así, si se ha estado en contacto con unos pies con hongos u otro problema cutáneo y, acto seguido se da un masaje a otra persona sin haberse lavado las manos, se pueden contagiar infecciones fúngicas o dermatitis. En una consulta, los fisioterapeutas no solo son escrupulosos con el lavado de manos y otras medidas higiénicas, sino que utilizan productos desinfectantes.

No. 3 El masaje puede estar contraindicado. No se puede realizar si hay un proceso infeccioso o tumoral, fiebre, hernias discales, lesiones agudas o si se toman medicaciones como los anticoagulantes, ya que, al practicar maniobras agresivas, se pueden provocar hematomas, precisa Domingo.

No. 4 Un solo masaje mal hecho puede ser perjudicial. Puede dañar y producir problemas musculares o articulares -inexistentes hasta ese momento- o agravar los preexistentes, como contracturas, tortícolis o lesiones tensionales y provocar más dolor. Además, una única sesión nunca resuelve una lesión; se requieren varias. (vía Consumer)