Si alguna vez te preguntaste por qué tantos amantes del vino tienen una debilidad especial por la variedad estrella de la Borgoña, aquí te contamos algunas de las razones
Encierra muchos de los secretos del vino tal como lo conocemos. Mencionada como moreillon o noirien, ya fue citada desde mediados del siglo XIII y desde el siglo XIV se le conoce como pinot aunque se especula que existía desde hace unos mil años antes. Los genes de la pinot noir pueden ser encontrados en variedades tan disímiles como chenin blanc, gewurztraminer, cabernet sauvignon, merlot, viognier, syrah, lagrein, garganega y corvina mientras que en combinación con la gouais blanc nos ha regalado las variedades aligoté, auxerrois, chardonnay, gamay, melon B, romorantin, sacy y más de una docena adicional, mientras que pinot blanc, pinot gris y pinot meunier son producto de sus mutaciones.
Su versatilidad es única. Se puede vinificar de todas las maneras posibles y siempre obtener grandes vinos: para vinos tranquilos o espumosos, blancos, rosados o tintos y como tinto puede tener carácter y complejidad o ser una versión ligera y refrescante para el verano.
Es sinónimo de terroir. No se suele adaptar con facilidad pero lo que se ha aprendido de Borgoña, donde cada pequeño rincón de los viñedos tiene una expresión especial y diferenciada, es que una vez que se siente cómoda, es una de las uvas que puede reflejar con mayor fidelidad todos los matices del terroir. (Con información de Decanter)
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