Compartimos algunos apuntes sobre una de las tradiciones gastronómicas de estas fechas

La conexión religiosa que no todos perciben. Con el paso del tiempo, ese vínculo directo de los dulces con las fiestas religiosas deja de ser tan claro, dudo que quienes ahora en 2021 coman, por ejemplo, dulce de lechosa en Semana Santa lo haga para tener calorías suficientes para soportar los ayunos que dicta el catolicismo. Pero lo cierto es que el vínculo insiste y no es casualidad que los dulces se repitan en fiestas importantes como la Navidad y la que celebra al Cristo resucitado.

El redescubrimiento de la yuca. A veces parece que entre el casabe y el tubérculo sancochado o frito agotamos todas las formas de consumir la yuca pero en Semana Santa aparecen con fuerza (en estados como Yaracuy hay importantes ferias que celebran el plato) los buñuelos. Elaborados con puré de yuca y generalmente cubiertos con melao de papelón, es una lástima que no sea un dulce que pueda conseguirse de forma más frecuente.

El protagonismo del coco y el papelón. Semana Santa sabe a majarete, otro de esos postres que de a poco ha dejado de conseguirse con facilidad pese a que su sabor y su textura son especiales. También estos días son de conservas de coco, casi empalagosas, totalmente tropicales. Otro postre que aprovecha el coco es el arroz con coco, que es mucho más que una variación del arroz con leche y que seduce desde su perfume.

Frutas más allá de la lechosa. La Semana Santa generalmente anticipa la temporada de mangos y la jalea comienza a aparecer, con suerte se puede conseguir cocinada a leña que le da un ahumado muy especial. Y también es momento del cambur pasao que aprovecha la banana en su esta extremo de maduración.