Además de tener listos y atentos tus sentidos, también las emociones juegan un papel importante al momento de disfrutar tu copa favorita y aquí te decimos por qué debes prestarles atención
No. 1 El vino nos trae recuerdos placenteros. Esta situación se da sobre todo con los olores sentidos en la infancia. La razón es que el pico para guardar en nuestra memoria los olores placenteros va de los 5 a los 10 años, por ello, años más tarde, al sentir en el vino el mismo aroma, nos produce una sensación de placer y nos trae los recuerdos de nuestra niñez. Pero también en cualquier momento de nuestras vidas ocurre que nos resulta agradable un aroma que sentimos en un ambiente familiar o en alguna situación de felicidad, o desagradable si nos trae el recuerdo de algún momento triste.
No. 2 La objetividad de nuestro olfato es limitada. Nuestro olfato no nos permite detectar en el vino en forma objetiva más de tres aromas, el resto de los olores en los vinos se presentan como un blend de aromas difícil de describir. Sin embargo, producto de las emociones, a veces, percibimos en el vino muchos más descriptores aromáticos, que se ven reflejados en muchas descripciones de vino.
No. 3 Algunos aromas están directamente relacionados con determinadas emociones. Los aromas herbáceos producen irritación y algo de enojo y eso da una explicación científica de por qué se considera un defecto. Por el contrario, los aromas a frutas cítricas dan sensación de vigor y también algo de romanticismo, y así sabemos la causa de por qué son buscados en el vino. Estudios sugieren que cada aroma causaría una emoción diferente, y por ello tomar el vino adecuado para un determinado momento aumentaría mucho la sensación de placer.
No. 4 Describimos los vinos con términos usados para describir emociones. Abundan en las descripciones de vinos términos como “elegante”, “agresivo”, “chato”, “nervioso”, “débil”, “masculino”, etc.
No. 5 El factor emocional hace relativa la puntuación y descripción del vino. Las diferencias en la percepción de aromas y gustos varían en función del sexo, raza, edad, lugar de trabajo, entre otros. Así, las mujeres tienen el olfato más sensible que los hombres y les resulta más fácil poner palabras a lo que huelen. Igualmente los jóvenes tienen mayor capacidad para detectar y describir los aromas del vino. Con el correr de los años la misma disminuye, pero aumenta la emoción que provoca. (vía Los Andes)