A partir del árbol de mango en su casa parterna, nuestro editor Jesús Nieves Montero reflexiona sobre los paralelismo con la vid

Lo exótico, lo lejano. Cuando le muestro a algún europeo el árbol de mango en el patio de la casa de mis padres siempre encuentro asombro en sus caras, como si fuera algo imposible de lo que se están enterando. Eso me hace recordar de mi relación con la vid: escribo de vinos en un país no productor y siempre, en fotografías o en viajes, los viñedos me parecerán más lejos de lo que realmente están.

El año según la planta. No puedo precisar las veces que he tenido que comentar como parte de alguna degustación que el trabajo con la vid es cosa de todo el año, que su ciclo vegetativo requiere atención en todas sus etapas. Después de todo, me basta voltear a la derecha de donde escribo y verlo con el mango. La maduración de los frutos y la cosecha se limitan a unas 6 o 10 semanas pero cuántas cosas no cambian el resto del año: el color de las hojas, su caída, la aparición de flores que también caen y luego los primero brotes.

La lección del sol. También muchas veces hay que explicar la forma como el sol impacta en el desarrollo de la uva, en la forma como madura y cómo se diferencia de la fruta que no recibe esos rayos. Nunca lo he explicado con los mangos pero debería comenzar a hacerlos. Aquellos que tienen una mayor exposición al sol son especiales desde el color de su piel pero es en aroma y sabor cuando la diferencia es tremenda: mucho más dulces, carnosos y con el sabor concentrado a diferencia de los que crecen a la sombra cuyo sabor es menos intenso, como si la pulpa estuviera pasada por agua.

El arte de la paciencia. A veces desespera ver los mangos verdes por más tiempo del que uno cree que deberían estarlo pero tiene poco sentido retirarlos así del árbol: una que otra receta puede efectivamente hacerse con los mangos en ese estado pero es perderse el disfrute de uno maduro. Así que sólo queda entregarse a la paciencia hasta que el color nos diga que vale la pena bajarlos o incluso que simplemente ellos caigan cuando lo decidan.