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4 lecciones de las catas de vino vía Zoom


Tras haber asistido a algunas degustaciones y haber dirigido hace un par de días nuestra primera experiencia virtual, compartimos algunas notas sobre estos eventos

Las instrucciones previas son fundamentales. Es vino, hay temperaturas de servicio y de consumo, cristalería sugerida, información sobre las armonías, todo dato que en un evento presencial se va revelando en los minutos inmediatamente anteriores al comienzo aquí se deben ofrecer al menos 24 horas antes e invitar a que se plantee cualquier pregunta o comentario para que al momento de la sesión todo sea disfrute. En nuestro caso, un grupo de whatsapp con los participantes de la degustación resultó muy útil como recordatorio de las instrucciones que se enviaron al momento de la entrega del kit de cata.

No hay que tener preocupaciones exageradas por la conectividad. Lamentablemente es un riesgo compartido entre organizadores y participantes los problemas de conectividad en Venezuela de forma que no hay garantías específicas al respecto. Lo que sí es útil es tomar la precaución de tener (si la plataforma es zoom) con nivel de anfitrión o host a dos o más personas para que puedan llevar adelante el evento en caso de que falle alguno.

Hay que demostrar que es una degustación y no una tertulia. Lo más inusual que sentimos en la cata es que el hacernos caso en relación con el momento recomendado para el descorche y servir estaba totalmente en manos de los participantes pero esto lo manejamos recordando el orden del evento: presentación del producto, comentario general sobre armonías y vinos espumosos y luego propiamente el descorche. Durante la primera etapa, si bien los participantes podían intervenir, se trataba de una introducción que corría por cuenta de nosotros los organizadores, solo después del descorche y la primera armonía fue que abrimos el espacio de tertulia pero consideramos que el inicio era el valor agregado que ofrecíamos a cualquier reunión entre amigos que quieren compartir una copa.

Hay que repetirse que no es una trasmisión sino que coincidimos en un lugar. El primer impulso que se tiene frente a la cámara es actuar como quien anima un programa de radio o quien dicta una conferencia magistral pero eso, sobre todo, acentúa la obvia distancia. Después de unos minutos comenzamos a entender que nadie estaba realmente “en su casa” sino que todos nos habíamos trasladado y estábamos juntos en ese espacio virtual que se había creado y debíamos favorecer el intercambio, así que una y otra vez invitamos a que las personas comentaran sus experiencias y participaran. Desde ese punto la dinámica cambió.

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